La sociedad actual impone un ritmo de vida que, en ocasiones, nos sobrepasa, generando problemas en la regulación de las emociones y el deterioro de las capacidades cognitivas. Para ayudarnos a gestionarlo contamos con la educación emocional y la estimulación cognitiva pero ¿cómo actúan realmente estos programas?
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional hace referencia a la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de regular y manejar nuestras propias emociones de manera satisfactoria.
Salovey y Mayer fueron los principales investigadores de la Inteligencia Emocional en 1990 y propusieron un modelo compuesto por cuatro factores para explicar en qué consiste:
-
Percepción emocional
Las emociones son percibidas e identificadas a través de diferentes canales como pueden ser, entre otros, el lenguaje, la conducta o la música. Esta percepción permite distinguir distintos aspectos de las emociones como, por ejemplo, si estas son espontáneas o fingidas p si las expresiones de las mismas son precisas o presentan distorsiones.
-
Facilitación o asimilación emocional
Las emociones afectan al sistema cognitivo, y nuestros estados afectivos ayudan a la toma de decisiones. Emoción y cognición mantienen una relación bidireccional y complementaria. Las emociones ayudan a priorizar nuestros procesos cognitivos de forma que podamos focalizar la atención en los aspectos más importantes y tener en cuenta diferentes perspectivas de un mismo problema para tomar la decisión más acertada facilitando su afrontamiento.
-
Comprensión emocional
Comprender las emociones permite etiquetarlas adecuadamente y reconocerlas así como identificar sus causas y prever las consecuencias de nuestras respuestas. También permite comprender e interpretar las emociones secundarias (combinación de las emociones primarias y por tanto más complejas que estas) y la transición entre distintas emociones todas ellas relacionadas con un mismo evento.
-
Regulación emocional
Capacidad para regular las emociones tanto positivas como negativas y tanto propias como ajenas, de forma que se puedan mitigar las emociones negativas, sin reprimirlas ni negarlas, y potenciar las emociones positivas. Se trataría de reflexionar ante las emociones que experimentamos y valernos de la información que las acompaña para lograr un crecimiento emocional, intelectual y personal que mejore nuestra calidad de vida.
Sin embargo, no fue hasta la obra titulada “Inteligencia emocional” de Goleman (1995) cuando se popularizó el concepto. Al igual que Salovey y Mayer identificaron cuatro factores de la inteligencia emocional, Goleman hizo lo propio señalando, en este caso, cinco componentes:
- Autoconciencia emocional: capacidad de conocer nuestros propios estados emocionales y cómo nos influyen. Identificar sus causas y comprender las consecuencias que pueden tener en nosotros mismos y en los demás.
- Autorregulación: regulación y manejo de las propias emociones con la capacidad de reflexionar antes de actuar. Este componente incluye, entre otros, la asertividad y la flexibilidad ante los cambios.
- Empatía: capacidad de reconocer las emociones de los demás, de ponernos en su lugar y experimentar cómo se sienten. Esto puede ayudarnos a establecer relaciones interpersonales más estrechas y duraderas.
- Automotivación: capacidad de mantener nuestra motivación hacia determinadas metas u objetivos a pesar de las dificultades que puedan surgir en el camino. Ser proactivos y optimistas puede llevar a la consecución de nuestras metas.
- Habilidades sociales: desarrollar unas buenas habilidades sociales y saber comunicarse de forma adecuada con los demás facilita relaciones interpersonales positivas que acaban influyendo en nuestro bienestar personal.
¿Cómo se puede desarrollar la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional puede desarrollarse a través de lo que se denomina educación emocional, y es que no solo es importante la inteligencia tal y como la conocemos y que viene a decir cuánto sabe una persona, sino que igual de importante es poseer inteligencia emocional. De hecho, puede darse el caso de que conozcamos a una persona que es muy inteligente pero que en el plano emocional tenga dificultades y viceversa, una persona no tan brillante a nivel intelectual pero que a nivel emocional tenga una vida plena y satisfactoria.
Pero ¿en qué consiste la educación emocional?. La educación o estimulación emocional se entiende como un “proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral” (Bisquerra, 2000).
Entre los objetivos de la educación emocional pueden encontrarse aspectos como desarrollar un mejor conocimiento de las propias emociones, aprender a identificar adecuadamente las emociones tanto propias como ajenas, aprender a regularlas, o comprender el significado de esas emociones, entre otros muchos. Todo ello puede ayudar, además, al desarrollo de relaciones sociales más satisfactorias y repercutir en una mejora del bienestar general.
¿Qué son las emociones?
Si queremos comprender todo lo que supone la inteligencia emocional deberemos entender que son las emociones. Las emociones se definen como respuestas o reacciones fisiológicas que nuestro cuerpo genera debido a los cambios que se producen tanto en nosotros mismos como en nuestro entorno. Todos estos cambios se encuentran influidos por nuestras experiencias pasadas que nos ayudarán a la hora de elegir la respuesta más adecuada en función del estímulo y la situación concreta a la que nos enfrentemos.
Las emociones utilizan tres sistemas de respuesta:
- Cognitivo: pensamientos, ideas, imágenes e influencia que ejercen sobre las funciones cognitivas superiores: atención, memoria y aprendizaje. Se encarga del procesamiento de la información ya sea de manera consciente o inconsciente.
- Fisiológico: cambios orgánicos que se producen en distintos sistemas produciéndose, por ejemplo, cambios en la tensión muscular, presión arterial, respiración, temperatura, etc. Suele ser el primer sistema de respuesta que se pone en marcha frente a un estímulo siendo estos cambios involuntarios.
- Conductual: conductas observables de afrontamiento o evitación, expresión facial, movimientos corporales, etc.
Además, las emociones tienen, en el sistema límbico, su principal base neurológica. La amígdala, uno de sus componentes, se encarga de dar sentido a las experiencias que vivimos albergando los recuerdos emocionales de modo que permite reconocer lo que hemos visto con anterioridad. Sin embargo, el sistema límbico no solo está relacionado con las emociones sino también con la memoria y el aprendizaje, dos de las capacidades cognitivas que es importante conservar a un buen nivel ya que emoción y cognición se encuentran relacionadas.
¿Cómo pueden clasificarse las emociones?
No existe un único modo de clasificar las emociones pero la forma más popular es la que distingue entre emociones primarias y secundarias.
- Emociones primarias: Las emociones primarias, también denominadas innatas o básicas, son aquellas que aparecen desde el nacimiento y surgen en todas las culturas. Estas emociones son la alegría, tristeza, miedo, ira, asco y sorpresa.
- Emociones secundarias: Las emociones secundarias suponen un combinación de las anteriores por lo que son más complejas y requieren cierto grado de desarrollo cognitivo. Además están influidas por la cultura, la experiencia y los aprendizajes. Entre estas emociones se encuentra la culpa, vergüenza, orgullo, etc.
¿Emoción y cognición?
Se ha visto que emoción y cognición están relacionados y pueden influirse mutuamente. Por eso es importante desarrollar la inteligencia emocional y cognitiva permitiendo la regulación de las emociones y el desarrollo de las capacidades cognitivas y funciones ejecutivas como la atención, memoria, razonamiento, planificación, etc. ayudando en la toma de decisiones. Ambos aspectos son esenciales para dar una respuesta lo más adecuada posible en relación a las demandas del entorno.
La educación emocional es clave para el desarrollo de la inteligencia emocional pero ¿cómo se pueden fortalecer las capacidades cognitivas? Existen múltiples formas de potenciar estas capacidades como la estimulación cognitiva, estrategia que cada vez se utiliza con más frecuencia y que permite trabajar en distintos contextos y con diferentes perfiles de población.
¿Qué es la estimulación cognitiva?
La estimulación cognitiva se refiere al entrenamiento de las capacidades o habilidades cognitivas, definidas estas como un conjunto de procesos que tienen como objetivo general el procesamiento de la información que recibimos en nuestro cerebro. Este entrenamiento cognitivo, mediante el uso de un conjunto de técnicas y estrategias, se orienta a mejorar el rendimiento y la eficacia de esas capacidades como la memoria, atención, percepción, razonamiento o la planificación, entre otras.
De esta forma y teniendo en cuenta el objetivo general de la estimulación cognitiva, mejorar y potenciar el funcionamiento de las capacidades cognitivas, personas de todas las edades y perfiles pueden beneficiarse de esta técnica. Así, por ejemplo, niños y adolescentes en edad escolar, adultos, mayores y ancianos sin síntomas de declive cognitivo, deportistas o ejecutivos, pueden trabajar con estimulación cognitiva para mantenerse mentalmente activos.
Por otro lado, se utiliza dentro de intervenciones de rehabilitación cognitiva en personas que tienen alguna patología que cursa con deterioro cognitivo leve, moderado o grave como la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, depresión, TDAH, etc. o personas mayores que manifiestan síntomas de declive cognitivo propio de la edad pueden, mediante la rehabilitación cognitiva, entrenar su cerebro para recuperar aquellas capacidades que han sufrido un declive o déficit ayudando también a mejorar su salud general y su bienestar.
¿Qué formas de estimulación cognitiva existen?
Esta técnica, incluida dentro de las terapias no farmacológicas, presenta diferentes variantes que pueden utilizarse en función de las características individuales de cada uno así como de los objetivos marcados.
Los cuadernos de ejercicios, quizá la forma más tradicional de estimulación cognitiva, permiten trabajar las diferentes capacidades cognitivas como la atención, la memoria y la orientación, entre otras. Algunos de estos cuadernos de ejercicios pueden adquirirse de forma gratuita a través de internet como los Cuaderno de ejercicios de estimulación cognitiva de Esteve o el Cuaderno de ejercicios de estimulación cognitiva para reforzar la memoria del Consorci Sanitari Integral (CSI). Por otro lado, también pueden comprarse en diferentes establecimientos o incluso a través de la web como es el caso de los Cuadernos de estimulación cognitiva de Rubio.
Los conocidos juegos de “entrenamiento cerebral” (o brain training) son otra manera más dinámica de estimular el cerebro por medio del uso de las nuevas tecnologías. Estas aplicaciones, disponibles tanto para móviles como para ordenadores y tablets, trabajan las diferentes funciones cognitivas y ejecutivas a través variedad de juegos como acertijos, laberintos, problemas de lógica, cálculo mental, etc. y también ofrecen la posibilidad de regular el nivel de dificultad y ajustarlo al nivel de desarrollo de cada persona. Algunos de estos juegos de entrenamiento que se pueden descargar son Lumosity, Elevate brain Training, NeuroNation, Fit Brains Trainer, Peak entre otros.
Otra forma de estimulación cognitiva que existe en la actualidad es a través de la neurotecnología. Mediante novedosos dispositivos basados en EEG, se registra la actividad cerebral y, de manera individualizada, se adaptan las intervenciones para producir cambios neuroplásticos cuantificables que se encuentran relacionados con la rehabilitación y mejora de las capacidades cognitivas como la atención, memoria y velocidad de procesamiento (ver artículo). Elevvo Wellness, desarrollado por la empresa de neurotecnología de Bitbrain, es uno de estos nuevos métodos de estimulación cognitiva que pueden aplicarse a personas con deterioro cognitivo de todas las edades y que, además de evidenciar los cambios producidos a nivel cerebral, proporcionan evaluaciones cognitivas para medir el efecto de estos cambios en las capacidades cognitivas.
No sólo de adultos, sino en la infancia y la adolescencia, el llevar una vida saludable requiere cuidar todos los aspectos de la misma. Una alimentación equilibrada, la práctica de ejercicio físico, el desarrollo de la inteligencia emocional y el mantenimiento de las capacidades cognitivas son esenciales para cumplir con este objetivo. La estimulación cognitiva y emocional, forma parte, cada día más, de la rutina de las personas que buscan mejorar su salud.
Para ganar perspectiva sobre la inteligencia, se recomienda visitar el trabajo de Howard Gardner y sus investigaciones en el análisis de las capacidades cognitivas y la teoría de las inteligencias múltiples.
Te puede interesar:
- Actividades y ejercicios de estimulación cognitiva para adultos y personas mayores
- ¿Cómo seleccionar un curso o taller de estimulación cognitiva?
- La estimulación cognitiva en adultos, mayores y ancianos
- Redefiniendo el concepto de neuromarketing
- Evitar el hackeo del cerebro - Ciberseguridad en brain-computer interfaces
- ¿Somos racionales en la toma de decisiones?
- Sesgos cognitivos, cuando nuestro cerebro nos engaña
- Ética, neurotecnología y futuro
- ¿Podrán las máquinas llegar a sentir emociones?